Del capitalismo
al hollycapitalismo
[01] El hollycapitalismo es la “fase superior” del capitalismo, que
surge en su seno, lo “supera”, pero sigue conviviendo con él en relación de
simbiosis.
[02] En rigor el capitalismo y el hollycapitalismo son dos polos
conceptuales entre los que oscilan todas las situaciones reales que se
presentan en el sistema.
[03] Simplificando se puede decir que hoy los centros son
hollycapitalistas y las periferias son capitalistas, pero teniendo en cuenta
que los centros también tienen sus periferias y las periferias también tienen
sus centros.
La máquina
hierogámico-sacrificial y los flujos libidinoso-agresivos
[04] Tanto el capitalismo como el hollycapitalismo son regímenes de
poder-religión, es decir, máquinas hierogámico-sacrificiales, tanto más
eficaces cuanto se enmascaran como regímenes económicos y no políticos,
seculares y no religiosos.
[05] La máquina hierogámico-sacrificial, tanto capitalista como
hollycapitalista, se ocupa del control de los flujos de energía
libidinoso-agresiva, y con ello, del control de los flujos materiales.
[06] En otras palabras, la máquina hierogámico-sacrificial se alimenta
de excedentes de energía natural que transmuta en excedentes de energía y de
materia culturales. En la MHS capitalista el excedente cultural tiende a ser
material y en la MHS hollycapitalista tiende a ser inmaterial.
[07] Tanto la MHS capitalista como la hollycapitalista tienden a
transformar flujos naturales en intercambios culturales reglados y
cuantificables bajo la forma del valor de cambio.
[08] Los flujos de energía libidinoso-agresiva pueden darse de manera
independiente como mercancías inmateriales, o bien superpuestos o encarnados en
flujos materiales como mercancías materiales.
[09] En el capitalismo los intercambios dominantes son de mercancías
materiales, a las que se superponen, o en las que se encarnan, flujos
libidinoso-agresivos. En el hollycapitalismo los intercambios dominantes son
los de mercancías inmateriales, que tienden a coincidir con flujos
libidinoso-agresivos.
La
producción y el consumo
[10] En el capitalismo predomina el aparato de producción material,
mientras que en el hollycapitalismo lo hace el aparato de producción
inmaterial. En otras palabras, en el primero la MHS opera predominantemente en
el plano de los intercambios de mercancías materiales, mientras que en el
segundo lo hace en el plano de los intercambios de mercancías inmateriales.
[11] En el capitalismo las relaciones mercantiles, como plano en el que
opera la MHS, dan forma a las relaciones sociales; por así decirlo, desde
fuera. En el hollycapitalismo las relaciones mercantiles y las relaciones
sociales tienden a coincidir, de nuevo como plano en el que opera la MHS; es
decir, las relaciones sociales son conformadas desde dentro, en la medida en
que tienden a ser también relaciones mercantiles.
[12] En otras palabras, en el capitalismo la producción dominante es la
de excedentes materiales, mientras que en el hollycapitalismo es la de
excedentes inmateriales.
[13] Tanto el capitalismo como el hollycapitalismo fomentan carencias
—que son presentadas como déficits—, para que sean satisfechas mediante el
consumo de los excedentes de producción. Así, el capitalismo tiende a fomentar
carencias, que son presentadas como déficits de mercancías materiales
—automóviles, lavadoras, etc.—, mientras que el hollycapitalismo hace lo propio
con carencias emocionales —alegría, tranquilidad, seguridad, solidaridad,
amor—, que son presentadas como déficits de mercancías inmateriales.
[14] En el límite, el paradigma de la producción inmaterial
hollycapitalista es la producción de goce y de violencia, que capturen y emitan
los correspondientes flujos de deseo y de amenaza, y que controlen la
reproducción social como factor dominante sobre la producción material.
[15] En el capitalismo el trabajo y el ocio tienden a alternarse,
mientras que en el hollycapitalismo el trabajo y el ocio tienden a confundirse.
[16] En el capitalismo el motor dominante es la producción, el
excedente de producción material; la producción, por así decirlo, empuja al
consumo desde atrás. En el hollycapitalismo el motor dominante es el consumo,
el excedente de producción inmaterial; el consumo, por así decirlo, tira de la
producción desde delante.
[17] En el capitalismo el factor clave de la eficacia y la
competitividad es la productividad, mientras que en el hollycapitalismo el factor
clave es la consumitividad.
El dinero
[18] Tanto en el capitalismo como en el hollycapitalismo el dinero es
una mercancía, pero una mercancía sagrada, cualitativamente distinta de las
mercancías profanas.
[19] Las modalidades paradigmáticas de dinero en el capitalismo y en el
hollycapitalismo se corresponden con los motores dominantes que hemos señalado.
Si en el capitalismo el motor dominante es el excedente de producción material,
el dinero paradigmático es el metálico. Si en el hollycapitalismo el motor
dominante es el excedente de producción inmaterial, el dinero paradigmático es
el fiduciario.
La crisis y
el orden, la guerra y la paz
[20] Tanto en el capitalismo como en el hollycapitalismo la máquina
hierogámico-sacrificial opera en dos regímenes complementarios: crisis y orden.
El régimen de crisis coincide con la transgresión y con lo sagrado; el régimen
de orden coincide con la prohibición y con lo profano.
[21] En el marco de la MHS, el régimen de crisis coincide con el ritual
hierogámico y/o sacrificial, que consiste en la producción ficticia de goce y
de violencia, lo que a su vez supone la captura de flujos de deseo y la emisión
de flujos de amenaza, que se extienden desde el régimen de crisis hasta el de
orden.
[22] La distinción entre el régimen de crisis y el de orden tiende a
manifestarse espacial o temporalmente. Pero antes que nada es estructural, en
la medida en que la crisis —el ámbito de la transgresión y de lo sagrado— y el
orden —el ámbito de la prohibición y de lo profano— son necesariamente
complementarios, paralelos, no tienen sentido la una sin el otro.
[23] Esta relación entre el régimen de orden y el de crisis es la misma
que la que existe entre las mercancías profanas y el dinero o mercancía
sagrada. En otras palabras, el dinero es por definición transgresor, crítico,
sagrado, en la medida en que encarna el excedente libidinoso-agresivo que
alimenta la MHS.
[24] En el régimen de crisis no se producen mercancías materiales sino
que se destruyen, o bien se intercambian de manera gozosa y violenta. Además se
producen y se intercambian flujos de goce y de violencia. En el régimen de
orden se producen y se intercambian mercancías materiales. Además se
intercambian mercancías inmateriales, que tienden a coincidir con flujos de
deseo y de amenaza que son capturados o emanan de las producciones críticas de
goce y de violencia.
[25] La complementariedad entre los regímenes de crisis y de orden se
da: a) en lo material, en la medida en que la destrucción y la apropiación
violenta de recursos, mercancías y dinero, en el régimen de crisis, generan una
diferencia que permite que los intercambios mercantiles aparentemente neutrales
que se dan en el régimen de orden sean beneficiosos para la parte vencedora; b)
en lo inmaterial, en la medida en que los flujos de goce y de violencia
producidos en el régimen de crisis alimentan los flujos de deseo y de amenaza
que se intercambian en el régimen de orden.
[26] En otras palabras, el régimen de crisis consiste en generar,
mediante el goce y la violencia transgresoras, es decir, mediante el ritual
hierogámico y/o sacrificial, una diferencia de potencial energético que
proporcione la tensión necesaria para un nuevo régimen de orden. El régimen de
orden funciona en la medida en que exista dicho diferencial, dicha tensión.
Cuando falta, los órdenes sociales amenazan con desintegrarse, y entonces
aquellos que tienen el control de las MHSs tienden a catalizar nuevas crisis
para generar nuevas diferencias de potencial y reiniciar el ciclo.
[27] En el capitalismo las crisis tienden a ser excepcionales, a estar
localizadas en el tiempo, y a ser resueltas mediante guerras convencionales que
persiguen el desgaste y la destrucción del aparato productivo y la apropiación
violenta de los recursos naturales del enemigo. El ejemplo paradigmático es la
crisis de 1929, la Segunda Guerra Mundial y el subsiguiente control del
petróleo por parte del imperio atlantista.
[28] En el hollycapitalismo las crisis tienden ser habituales y a estar
localizadas en el espacio. Es decir, las diferentes crisis tienden a ser una
única crisis que se desplaza de un lugar a otro en un mismo sistema
globalizado. Tienden a ser no tanto resueltas como directamente provocadas por
guerras de cuarta y quinta generación.
[29] Esta serie de crisis consecutivas, o de crisis permanente ubicua,
en el polo inferior del sistema, se complementa con la creación, también
permanente, de dinero fiduciario, en el polo superior del sistema. Ambos
fenómenos son dos caras de la misma moneda, en la medida en que el dinero
fiduciario desvaloriza toda la economía, y alimenta la maquinaria científica,
tecnológica, médica, espectacular que hace posible estas guerras de cuarta y
quinta generación.
[30] Esta vinculación entre el polo inferior y el superior del sistema
pone de manifiesto cómo la dimensión ficticia y milagrosa del dinero fiduciario
se corresponde con la producción de goce y de deseo, y sobre todo de violencia
y de amenaza.
[31] Una dimensión paralela de las crisis paradigmáticamente
hollycapitalistas es la de la deuda, que consiste en la creación de dinero
fiduciario —dinero ficticio—, proporcionar créditos, y producir crisis
ficticias que impiden que dichos créditos puedan ser devueltos, con el objetivo
de apropiarse del colateral —riqueza real— o de elementos de soberanía.
[32] La complementariedad de los regímenes de orden y de crisis se
corresponde con los modelos productivos paradigmáticos. Si en el capitalismo el
motor dominante en el régimen de orden es la producción material, es porque en
el régimen de crisis se da la destrucción del aparato de producción y la
apropiación de los recursos naturales de los enemigos. Si en el
hollycapitalismo el motor dominante es el consumo inmaterial, es porque este
está alimentado por las producciones de goce y de violencia, así como por el
dinero fiduciario y el crédito generalizado.
[33] Hay que subrayar que la producción hollycapitalista paradigmática
es esencialmente crítica, transgresora y religiosa, sea en forma flujos de goce
y de violencia, o sea en forma de dinero fiduciario, como falsificación por
parte de la élite financiera, legalizada por los aparatos de Estado
prostituidos. En esencia se trata de una ficción, de un fraude, de un creencia,
en la medida en que, tanto el goce y la violencia como el dinero fiat son
presentados como valores positivos, como excedentes, cuando en realidad son
valores negativos, déficits. Esta es la clave para comprender el carácter
constituvamente hollywoodense, ficticio, violento y religioso del
hollycapitalismo.
[34] En suma, el capitalismo tiende a ser, en el régimen de orden,
productivo, constructivo, si bien es cierto que en el régimen de crisis es
intensamente destructivo. En el hollycapitalismo, por el contrario, ambas
características se solapan, se mezclan. Pero en la medida en que capitalismo y
hollycapitalismo operan en simbiosis, el capitalismo se ocupa de la producción
—aunque controlado por la ciencia y la tecnología hollycapitalistas—, y el
hollycapitalismo se ocupa de la destrucción, gracias a métodos de guerra de
cuarta y quinta generación más sofisticados. No sólo de la destrucción material
sino sobre todo de la destrucción inmaterial, moral, cultural, ideológica,
psicológica, etc., de las sociedades.
[35] Lo que venimos diciendo sobre las crisis se corresponde con las
diferentes modalidades de guerra, pues la guerra se inscribe en el régimen de
crisis. Así, las guerras capitalistas paradigmáticas son las convencionales,
sobre todo las de segunda y tercera generación, mientras que las guerras
hollycapitalistas paradigmáticas son las de cuarta y quinta generación.
[36] Las guerras capitalistas tienden a ser libradas por ejércitos
regulares, activos, identificables, mientras que en las hollycapitalistas
tienden a participar todo tipo de elementos weaponizados, irregulares, activos
o pasivos, que enmascaran a los agentes que las instigan, en forma de fenómenos
aparentemente naturales, externos, imprevistos, incontrolables, etc… Las primeras
tienden a declararse formalmente, mientras que las segundas tienden a no
declararse, a pasar desapercibidas como tales guerras para la mayor parte de la
ciudadanía, a pesar de ser sus víctimas.
[37] Las guerras capitalistas tienden a ser intercapitalistas, libradas
entre Estados, alianzas de Estados o imperios rivales. Las guerras
hollycapitalistas tienden a ser intracapitalistas, libradas entre el gran
capital global y la ciudadanía en general, con independencia de su pertenencia
nacional. En las primeras las víctimas tienden a ser personal militar
extranjero, mientras que en las segundas las víctimas tienden a ser tanto
militares como civiles, y a ser tanto propias como ajenas.
[38] En este sentido las guerras paradigmáticamente hollycapitalistas,
las de cuarta y quinta generación, operan como máquinas
hierogámico-sacrificiales de una manera mucho más intensa que las guerras
paradigmáticamente capitalistas, en la medida en que la dimensión mediática,
dramatizada, las dinámicas de culpabilización y victimización son mucho más
marcadas y más sofisticadas. Como en todo en el hollycapitalismo, las
dimensiones política y mediática, violenta y ficticia, son inseparables.
[39] Pero si en el régimen de crisis la producción hollycapitalista
paradigmática es la de violencia y amenaza, en el régimen de orden esta es la
de goce y deseo. La complementariedad entre ambos regímenes supone el carácter
esencialmente sádico del hollycapitalismo, lo que tiende a ser desapercibido
por la ciudadanía, en la medida en que los medios los inmunizan permanentemente
con dosis crecientes de violencia espectacular.
[40] Hay que insistir en que estas producciones inmateriales de goce,
deseo, violencia y amenaza, se relacionan estrechamente con lo ficticio, con lo
hollywoodense. En la medida en que el aparato científico, tecnológico, médico,
mediático, etc. que las produce ha alcanzado un alto grado de sofisticación, de
manera que puede generar flujos ficticios de deseo y de amenaza muy intensos
con producciones de goce y de violencia reales relativamente limitados.
[41] Además, la globalización hollycapitalista y la homogeneización de
mecanismos y de situaciones, favorece la eficacia de la MHS global, en la
medida en que cualquier producción de goce o de violencia supone un flujo
virtualmente global de deseo o de amenaza.
La ciencia
y la tecnología
[42] Tanto en el capitalismo como en el hollycapitalismo la economía,
la ciencia, la tecnología, la medicina, el espectáculo, etc. no son más que
instrumentos supeditados a la mecánica de transferencia de flujos
libidino-agresivos, su transformación en mercancías inmateriales, y la
transformación de recursos naturales en mercancías materiales.
[43] En este sentido todas estas disciplinas están supeditadas a la
mecánica hierogámico-sacrificial. En otras palabras, son constitutivamente
político-religiosas. Son en última instancia rituales
hierogámico-sacrificiales, sobre todo en la medida en que se inscriben en el
régimen de crisis.
[44] En el capitalismo las ciencias y las tecnologías paradigmáticas dan
forma a la vida y a la materia, por así decirlo, desde fuera, actúando sobre la
materia, por contención, por presión, por resistencia. Mientras que en el
hollycapitalismo lo hacen, por así decirlo, desde dentro, transformando y
manipulando la energía que encarna la materia. Si en el primero se ejerce una
fuerza externa sobre el producto, de lo que se trata en el segundo es de
desviar, catalizar, modular, la fuerza interna. Así, en el capitalismo las
ciencias y tecnologías paradigmáticas son la geología, la minería, la física,
la ingeniería, la medicina invasiva, etc., mientras que en el segundo son la
geoingeniería, la socioingeniería, la psicología, la programación, la
bioquímica, la ingeniería genética, la nanotecnología, etc.
[45] En correspondencia con todo lo que venimos diciendo, los regímenes
políticos represivos se ejercen en el capitalismo a través de dispositivos
exteriores a los individuos, tales como el aparato político, el judicial y el
policial. Mientras que en el hollycapitalismo estos aparatos represivos tienden
a estar integrados en el aparato económico, monetario, científico, tecnológico,
médico, espectacular, etc.
La moral
[46] Todo lo que hemos visto tiene una trascendencia muy importante en
el orden moral y legal, en la medida en que el régimen de crisis se corresponde
con la transgresión y el de orden con la prohibición. En el capitalismo el
régimen de orden tiende a ser la regla y el régimen de crisis la excepción.
Mientras que en el hollycapitalismo se da la paradoja de que el régimen de
crisis tiende a ser la regla y el régimen de orden la excepción. En otras
palabras, la transgresión tiende a generalizarse, a legitimarse moralmente y a
aceptarse legalmente.
[47] En otras palabras, en el capitalismo, en la medida en que se basa
en la producción de mercancías materiales, impera la moral del trabajo bien
hecho, de la eficiencia, del ahorro, de la austeridad. Mientras que en el
hollycapitalismo, en la medida en que se basa en la producción de mercancías
inmateriales ficticias, de goce y de violencia, de valor negativo enmascarado
como un valor positivo, lo que impera es la amoralidad o incluso la
inmoralidad.
La
religiosidad
[48] En el capitalismo la religiosidad reside sobre todo en la
distinción entre las mercancías profanas y el dinero o mercancía sagrada. Esto
supone que la separación entre lo sagrado y lo profano no es tan marcada, en la
medida en que el dinero, aunque tienda a acumularse en el polo superior del
sistema, se distribuye a lo largo de todo su espectro. En el hollycapitalismo
esta polaridad entre mercancías profanas y dinero sagrado se intensifica, en la
medida en que el dinero fiduciario se crea ex nihilo en el polo superior del
sistema.
[49] Esto supone que el capitalismo es una religión más inmanente, más
encarnada. Mientras que el hollycapitalismo es una religión más trascendente,
más desencarnada, más milagrosa, en la medida en que el dinero creado ex
nihilo, la sofisticación de la ciencia y la tecnología y el secretismo del
poder hacen posibles fenómenos más excepcionales, más misteriosos, más
sobrenaturales.
[50] Además, en el hollycapitalismo, a esta religiosidad del orden de
lo material se le superpone una religiosidad del orden de lo social, que es de
hecho un retorno de las religiones paganas basadas en bíoi semisagrados y
semiprofanos, como son los héroes griegos, pero ahora en el marco de rituales
hierogámico-sacrificiales hollywoodenses.
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