- El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, junto al presidente turco Recep Tayyip Erdogan y su ministro de Exteriores, Mevlut Cavusoglu, en el palacio presidencial de Ankara, el 11 de octubre de 2019.
Alemania, Francia, Italia y otros países, que como miembros de la Unión Europea condenan el ataque de Turquía en Siria, están sin embargo del lado de Turquía como miembros de la OTAN, que renovó su apoyo a Ankara después de iniciada la operación militar turca. Ese apoyo fue expresado oficialmente, el 11 de octubre, por el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, durante un encuentro, en Ankara, con el presidente Erdogan y su ministro de Exteriores Cavusoglu [1].
«Turquía está en primera línea en esta región tan volátil. Ningún otro miembro de la OTAN ha sufrido más ataques terroristas que Turquía. Ningún otro está tan expuesto a la violencia y a las turbulencias provenientes del Medio Oriente», dijo Stoltenberg, reconociendo que Turquía tiene «preocupaciones legítimas sobre su propia seguridad». Luego de haber aconsejado diplomáticamente «actuar con moderación», Stoltenberg resaltó que Turquía es «un poderoso aliado miembro de la OTAN, importante para nuestra defensa colectiva» y que la alianza atlántica está «fuertemente comprometida a defender su seguridad».
En ese sentido, subrayó Stoltenberg, la OTAN ha incrementado su presencia aérea y naval en Turquía y ha invertido más de 5 000 millones de dólares en bases y en infraestructura militar. Además de esto, la OTAN ha desplegado en Turquía un mando importante –que Stoltenberg no mencionó. Se trata del LandCom, a cargo de la coordinación de todas las fuerzas terrestres de la OTAN.
Stoltenberg recalcó la importancia de los «sistemas de defensa mediante misiles» desplegados por la OTAN para «proteger la frontera sur de Turquía», sistemas que los diferentes miembros de la alianza atlántica prestan a ese paíis siguiendo un sistema de rotación. En ese sentido, el ministro turco de Exteriores agradeció especialmente a Italia, que desde 2016 ha desplegado en la provincia turca de Kahramanmaras, en la parte sureste del país, el «sistema de defensa antiaérea» SAMP/T, fabricado en conjunto por Italia y Francia.
Una unidad SAMP/T se compone de un vehículo de mando y control y de 6 vehículos de lanzamiento armados cada uno con 8 misiles. Desplegado al borde de la frontera con Siria, ese sistema es capaz de derribar cualquier aeronave en el espacio aéreo sirio. Su función, por tanto, no es precisamente defensiva. En julio pasado, la Cámara y el Senado [de Italia] –basándose en las decisiones de las comisiones conjuntas de Relaciones Exteriores– deliberaron para extender hasta el 31 de diciembre la presencia de unidades italianas de misiles en Turquía. Stoltenberg anunció además que hay conversaciones entre Italia y Francia –que coproducen el sistema de misiles SAMP/T– y Turquía –que quiere comprarlo.
Pero, teniendo en cuenta que el ministro italiano de Exteriores, Luigi Di Maio, acaba de anunciar un decreto que bloquea la exportación de armamento hacia Turquía, Italia tendría que retirar de inmediato sus SAMP-T desplegados en territorio turco y comprometerse a no venderlos a Turquía.
Así prosigue la trágica farsa de la política, mientras que en Siria sigue corriendo la sangre. Quienes hoy expresan horror ante las nuevas masacres y reclaman el congelamiento de la exportación de armamento a Turquía son los mismos que miraban para otro lado cuando el propio New York Times publicaba [2] una minuciosa investigación sobre la red de la CIA a través de la cual llegaban a Turquía –incluso desde Croacia– enormes flujos de armas que iban a ser utilizadas en la guerra secreta contra Siria [3].
Después de haber destruido Yugoslavia y Libia, la OTAN trataba de hacerlo lo mismo en Siria. La fuerza terrestre era una miríada de grupos islamistas (que hasta poco antes Washington definía como terroristas) de Afganistán, Bosnia, Chechenia y Libia, entre otros países. Esos yihadistas llegaban a las provincias turcas de Adana y Hatay, fronterizas con Siria. En esas provincias turcas la CIA había abierto campos de entrenamiento militar y la dirección de las operaciones se garantizaba desde navíos de la OTAN fondeados en el puerto turco de Alejandreta (Iskenderun).
Pero todo eso se mantiene en la sombra y el secretario general de la OTAN presenta a Turquía como el miembro de la alianza atlántica «más expuesto a la violencia y a las turbulencias provenientes del Medio Oriente».
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio
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